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El sueño de Ann: Viaje al planeta de las rosas rojas
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Ann era una niña de 9 años con cabello ondulado y oscuro que siempre llevaba sus lentes de montura redonda, los cuales parecían reflejar su curiosidad por el universo. Vivía con su padre, Al, un hombre de piel canela, cabello corto y una barba bien cuidada que siempre la apoyaba en sus sueños. Una noche, Al le regaló un telescopio plateado y profesional, un instrumento que cambiaría su vida para siempre. Ann pasaba horas mirando las estrellas, imaginando mundos lejanos y misteriosos. Jil, su mejor amigo, era un niño canadiense de cabello rubio y sonrisa contagiosa que amaba hacer videos en YouTube sobre ciencia y curiosidades. Jil siempre estaba listo para escuchar las historias de Ann sobre sus observaciones.
Una noche, mientras ajustaba el telescopio, Ann descubrió algo extraordinario: un planeta cubierto completamente de rosas rojas. La emoción la invadió y corrió a contarle a su padre y a Jil. Al escuchar la noticia, Jil decidió compartir el descubrimiento con sus seguidores en YouTube, lo que generó un gran revuelo en la comunidad científica. Al, emocionado por el entusiasmo de su hija, le prometió que la apoyaría para que algún día pudiera convertirse en astronauta y visitar ese planeta. Ann, con lágrimas en los ojos, le prometió a Jil que un día le traería una rosa roja de aquel lejano mundo.
Años después, Ann, ahora una joven adulta, seguía persiguiendo su sueño de convertirse en astronauta. Había estudiado física y astronomía en la universidad, y su determinación la llevó a ser seleccionada para un programa de entrenamiento de la NASA. Jil, por su parte, se había convertido en un popular creador de contenido científico, y seguía apoyando a Ann desde la distancia. Al, aunque ya mayor, seguía siendo su mayor fanático, siempre recordándole que el planeta de las rosas rojas la esperaba.
El entrenamiento fue duro. Ann tuvo que superar pruebas físicas y mentales que pusieron a prueba su resistencia y su pasión por el espacio. Durante una simulación de gravedad cero, Ann recordó la promesa que le había hecho a Jil y eso la motivó a seguir adelante. Finalmente, después de años de esfuerzo, Ann fue seleccionada para una misión especial: explorar un sistema solar lejano que incluía el planeta de las rosas rojas.
El día de la partida llegó. Ann despegó en una nave espacial llamada Rosa Celestial, diseñada especialmente para la misión. Jil y Al estaban en el centro de control, viendo cómo la nave se elevaba hacia el cielo. Ann sintió una mezcla de emoción y nostalgia al dejar atrás a su familia y amigos, pero sabía que estaba cumpliendo su sueño. Durante el viaje, Ann mantuvo contacto con la Tierra, compartiendo sus experiencias con Jil, quien las transmitía a sus seguidores.
El viaje no estuvo exento de desafíos. La nave enfrentó tormentas solares y problemas técnicos que pusieron en riesgo la misión. Ann, con su calma y determinación, logró superar cada obstáculo.